La Dura Realidad: Comenzando Un Negocio Parte I
- maria luna
- 31 mar 2024
- 4 Min. de lectura
Embarcarme en el viaje de abrir mi propio negocio fue una decisión llena de emoción, ambición y un toque de incertidumbre. Como muchos emprendedores aspirantes, me sumergí con entusiasmo en la multitud de recursos online, devorando artículos, viendo tutoriales y navegando por incontables videos que prometían las claves del éxito en el mundo del emprendimiento online.
Entre la multitud de consejos, un mensaje predominante resonaba más fuerte que el resto: abrir un negocio online era fácil. Parecía que todos tenían una fórmula secreta para el éxito instantáneo, prometiendo riquezas con un esfuerzo mínimo, una inversión mínima y un compromiso de tiempo mínimo. El atractivo de esta narrativa era innegable, y yo, al igual que muchos otros, me sentí atraída. Pero como rápidamente descubres, el camino para abrir un negocio está lejos de ser el esfuerzo sin problemas retratado por muchos autodenominados gurús.
Llena de entusiasmo y armada con estos supuestos atajos hacia el éxito, me embarqué en mi viaje empresarial. Me imaginaba navegando sin esfuerzo por el mundo del e-commerce, creando un negocio próspero desde cero, todo mientras mantenía mis compromisos y responsabilidades diarias.
Sin embargo, la realidad golpeó duro y rápido. Contrariamente a la imagen idílica pintada por los gurús en línea, construir un negocio desde cero resultó ser todo menos fácil. La emoción inicial pronto dio paso a la frustración cuando me encontré con las duras realidades del emprendimiento.
En primer lugar, la noción de que comenzar un negocio requería poca o ninguna inversión fue rápidamente desacreditada. Aunque las barreras de entrada pueden ser más bajas en el mundo digital en comparación con las empresas tradicionales, aún había costes involucrados: registro de marcas comerciales, pagina web, desarrollo de productos, gastos de marketing, la lista parecía interminable.
Además, la idea de dedicar solo una hora al día a mi negocio fue nada más que un mito. Como pronto descubrí, construir un negocio exitoso exigía no solo tiempo sino también dedicación, perseverancia y disposición para superar desafíos y contratiempos. Tener un trabajo a tiempo completo y comenzar un nuevo negocio por mi cuenta significaba, y sigue significando, levantarse MUY temprano todos los días, estudiar durante una hora antes de ir al gimnasio, luego ir al trabajo, salir del trabajo, preparar y cenar, seguir trabajando en el negocio, sacar a Lily para su pipí antes de dormir y luego a la cama... ¡FINALMENTE! ¡ah y no olvidemos trabajar los fines de semana también!
La primera dura realidad que encontré fue la necesidad de establecer una entidad comercial legítima. Contrariamente a la idea de simplemente lanzarse a vender en línea sin formalidades, comenzar desde cero requería la creación de una entidad comercial reconocida. Esto no solo sirvió para legitimar mi empresa, sino que también proporcionó protección crucial contra posibles responsabilidades en el futuro.
Elegir dónde establecer mi negocio se convirtió en el próximo obstáculo a superar. Mientras que muchos pueden optar por registrar su negocio en su estado de residencia, mi condición de expatriada abrió nuevas posibilidades. Después de una cuidadosa investigación, descubrí estados que ofrecían condiciones favorables para emprendedores extranjeros.
Pero quizás uno de los aspectos más subestimados de iniciar un negocio es elegir el nombre adecuado. Aunque puede parecer trivial, la importancia de un nombre comercial único y libre de marcas comerciales no puede ser exagerada. Asegurarse de que DeCantalina no estuviera ya en uso o marcada como marca comercial por otra entidad se convirtió en un paso crucial para establecer la identidad de mi marca.
Registrar mi nombre comercial resultó ser un proceso largo y costoso, pero uno que era esencial para proteger la exclusividad de mi marca y protegerla de posibles disputas legales. Aunque la inversión puede ser significativa, la tranquilidad que viene con saber que mi marca es exclusivamente mía no tiene precio.
El aspecto más desilusionante de mi viaje fue darme cuenta de que el éxito no llega de la noche a la mañana. Contrariamente a las historias de éxito instantáneo promocionadas en línea, construir un negocio sostenible requería paciencia, resiliencia y disposición para aprender de los fracasos en el camino.
A pesar de los contratiempos iniciales y la desilusión, mi viaje al emprendimiento ha sido de crecimiento, aprendizaje y autodescubrimiento. A través de los desafíos y tribulaciones, he ganado ideas invaluables sobre las complejidades de dirigir un negocio, he perfeccionado mis habilidades y he desarrollado un nuevo aprecio por la resiliencia necesaria para tener éxito en el paisaje siempre cambiante del emprendimiento.
Entonces, para cualquiera que esté considerando embarcarse en su propio viaje empresarial, ofrezco este consejo: aunque la atracción del éxito instantáneo puede ser tentadora, recuerda que construir un negocio es una maratón, no una carrera de velocidad. Prepárate para trabajar duro, mantente comprometido con tu visión y, sobre todo, no te desanimes por los desafíos inevitables que se avecinan.
En conclusión, iniciar un negocio puede no ser fácil, pero el viaje es sin duda gratificante. Entonces, ¡arremángate, abraza el esfuerzo y deja que tu espíritu emprendedor vuele alto! Después de todo, el camino hacia el éxito puede estar lleno de obstáculos, pero con determinación y perseverancia, y una buena dosis de realismo.
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